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Orientación emprendedora de los ecosistemas en Centroamérica: un acercamiento a partir del Monitor


El noviembre del 2021, desde el Centro Latinoamericano de Innovación y Emprendimiento (CELIEM) presentamos el Monitor sobre la “Formalidad en las Mipymes y el Espíritu Emprendedor en Centroamérica y República Dominicana”, con el que buscábamos identificar datos sobre beneficios, retos y percepciones en cuanto a la formalización de las mipymes, y caracterizar las motivaciones, valores y percepciones del espíritu emprendedor en la región.


Los datos nos mostraron una realidad en la región a partir de las percepciones que los participantes del estudio mostraron y que permitieron enfocar algunos elementos esenciales para la construcción de acciones que faciliten fortalecer el desarrollo emprendedor en la región.


Ahora bien, estos datos se complementan y fortalecen al aproximar su análisis a la luz de lo que diferentes teorías han venido mostrando respecto al abordaje y la comprensión del fenómeno emprendedor, en las cuales no ha se establecido una conceptualización exclusiva, por el contrario, se han identificado diversas perspectivas que van desde el ámbito económico, sociológico, psicológico, antropológico, de la ciencia política, la administración, la historia entre otras.


Literatura como la 'Teoría del emprendimiento', nos muestra que se identificaron 26 teorías en cuatro corrientes de investigación en materia de emprendimiento: 1) desde la psicología, que analiza los rasgos y comportamiento valorando las características de las personas emprendedoras y el proceso emprendedor; 2) la sociología que aborda el enfoque desde la perspectiva de los diferentes orígenes sociales y culturales de los emprendedores; 3) la economía en la cual su enfoque está basado en la relación entre el entorno económico y el espíritu emprendedor; y 4) la gestión empresarial, que basa su línea de pensamiento entre la habilidad, gestión y crecimiento de las personas emprendedoras y sus empresas.


En estas corrientes de pensamiento, se encuentra lo planteado por Harvard Business School, quienes han considerado que el emprendimiento es el resultado de una interacción de fuerzas internas y externas en las que se relacionan las características internas de las personas emprendedoras entre ellas la habilidad, experiencia, intuición, etc; con las fuerzas externas en donde los factores económicos, políticos, sociales, culturales y legales determinan las condiciones de nacimiento y crecimiento de los emprendimientos.


Si bien es cierto desde el concepto tradicional del emprendimiento se ha visualizado que las personas emprendedoras responden desde el ámbito empresarial a “la capacidad de desarrollar y administrar nuevos negocios, o la capacidad de los individuos para identificar oportunidades y evaluar su aprovechamiento, también es cierto que “para tener éxito, una empresa no debe basarse únicamente en su estrategia y capacidades, sino también en compartir recursos, externalidades de red y apoyo gubernamental, entre otros factores”.


En este sentido, expertos consideran que la orientación de las personas hacia la decisión de impulsar iniciativas estarán basadas en las decisiones de “influir en los otros para administrar recursos estratégicamente, con la finalidad de enfatizar las conductas de búsqueda de oportunidades y de ventajas”, y con ello poder “nutrir la capacidad emprendedora, proteger las innovaciones de las amenazas, dar sentido a las oportunidades, cuestionarse la lógica dominante, volver a las preguntas engañosamente simples y vincular el emprendimiento y la administración estratégica”.


De ahí que se considera que las personas en su orientación emprendedora no solo refieren a las características de un entorno, sino también a las competencias relacionadas con la orientación al riesgo, la innovación en los productos y servicios, el aprovechamiento de recursos, el uso de asociaciones para crear valor agregado, y la resolución de problemas que permitan encontrar y satisfacer necesidades insatisfechas.


La teoría basada en la oportunidad explica que los emprendedores no causan cambios -como lo afirma Schumpeter- sino que explotan las oportunidades que crean, en esta lógica los emprendedores tienen más en cuenta las posibilidades creadas por el cambio que los problemas, reflejando que “la intención es un predictor del comportamiento consciente, en donde la intención sirve de puente entre las ideas y las acciones” y se convierte en una decisión consciente de querer participar en el impulso de iniciativa que dependen no solo de las características situacionales sino también de las características personales.


En este sentido, estos enfoques teóricos fueron relevantes en la apreciación de lo que sucede en el ecosistema centroamericano, y lo que hoy conocemos como oportunidad para precisar con mayor determinación acciones de políticas que puedan contribuir a una transformación de la orientación emprendedora de la región centroamericana.


La primera de ellas es que las condiciones para emprender influyen en la percepción emprendedora de las personas, y en este sentido, existe un impacto relevante en el desarrollo de los procesos de asistencia técnica, asesoría, acompañamiento de tal manera que la claridad en un modelo de atención que acompañe las iniciativas emprendedoras resultan esenciales para motivar la vocación emprendedora de la personas.


En segundo lugar, se logró comprobar que la participación de los actores en el desarrollo del ecosistema influye la percepción emprendedora de las personas, y es particularmente relevante, la participación de los procesos que se impulsan en el sistema educativo y el rol que cumplen las universidades en los ecosistemas de emprendimiento, de manera tal que las políticas de desarrollo emprendedor no son competencia exclusiva de las políticas de desarrollo económico, sino también de las políticas en materia educativa.


La tercera conclusión es que la intención de emprender influye en la orientación emprendedora de las personas, y esto está relacionado con las oportunidades para emprender. Aún y cuando la información disponible es limitada para la región, revela la importancia de un entorno que además de mecanismos de acompañamiento, brinda oportunidad de capacitación, facilidades de acceso a financiamiento, y condiciones de incentivos que motivan a las personas emprendedoras a impulsar el desarrollo de sus iniciativas empresariales.


Si bien los datos del Monitor no permite demostrar que la percepción emprendedora influye en la intención de emprender y la orientación emprendedora de las personas, que las competencias y actitudes emprendedoras inciden la orientación emprendedora de las personas, y que las oportunidades para emprender determinan la intención emprendedora de las personas, sí nos revela las oportunidades que existen en el ecosistema para profundizar no solo en los instrumentos y el entorno alrededor del cual se impulsan los emprendimientos en la región, sino también en caracterizar con mayor detenimiento rasgos culturales y sociales que determinan la orientación emprendedora en Centroamérica.


En este sentido, y como conclusión general, se podría indicar que existe un amplio campo de oportunidad para profundizar en la identificación de estos rasgos y generar con mayor certeza enfoques teóricos a la configuración de un modelo estructural que permita analizar, describir y predecir con mayor profundidad la orientación emprendedora y las características del ecosistema en la región centroamericana, y con ello contribuir a un mejor desarrollo de políticas y programas, que sin estandarizar enfoques regionales, permitan atender en la heterogeneidad de la región oportunidades de crecimiento y desarrollo para los emprendimientos centroamericanos.

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